El edificio del nuevo Wellness Centre de Camiral Golf and Wellness es en sí una obra de arte. Hablamos con los arquitectos, Lagula, para descubrir la historia detrás de su diseño.
¿Nos podéis describir el concepto arquitectónico del Wellness Centre?
Posiblemente uno de los arquitectos paisajistas de mayor interés del siglo XX, Charles Moore, definía tres categorías dentro de la tradición paisajística japonesa, equivalentes a las de bello, pintoresco y sublime.
Shibui, decía, alude a la belleza natural inalterada. La tranquila soledad en un entorno natural sería sugerida por el wabi. Finalmente, el sabi se relaciona íntimamente con una cierta simplicidad rustica. El concepto del proyecto del Wellness Centre es un diálogo entre estas tres categorías.
De algún modo, aprehender el paisaje lejano inalterado, las vistas sobre el Montseny y las Guilleries, desde la sensación de austera intimidad protegida en un pabellón en un jardín.
¿Qué aspectos arquitectónicos destacaríais?
El edificio es entendido como parte de un paisaje, de un jardín, a la vez que dialoga con el volumen preexistente del hotel. Reinterpreta la geometría curva del proyecto original, disolviendo su límite con el paisaje al recurrir a materialidades y geometrías propias de las lógicas agrícolas de los bancales y plantíos.
En su construcción de un límite difuso con el paisaje, altera el edificio preexistente, que ha modificado en parte su programa para adaptarse a una nueva realidad.
¿Qué os inspiró para la creación del Wellness Centre?
De algún modo, la inspiración siempre está en la naturaleza, sin aludir a la mímesis, sino de un modo conceptual. Explorar nuestro Wellness Centre en Girona es recuperar las sensaciones de un paseo por diferentes espacios de un jardín, unos abiertos al territorio, otros como claros en un bosque, otros pequeños rincones junto a un torrente.
Pretendíamos eliminar la presión del ya y el ahora, de la inmediatez, para extender los tiempos. De algún modo, tomar consciencia de la conexión con el territorio, con su esencia y su sustancia desde una perspectiva aptica, táctil, sensible, desde el ritmo de lo originario. Vivir, captar, la sensación de formar parte de la naturaleza.
¿Qué materiales y texturas predominan?
El edificio se incorpora a su entorno utilizando los materiales propios del lugar, incluso tratando disfrutar de sus cualidades más etéreas, ambientales. Así se han seleccionado materiales locales, las sólidas e irregulares piedras de los “marges”, los tradicionales remolinados blancos, la piedra arenisca de los pavimentos o la madera de las zonas más íntimas. Y estos materiales, en su mayoría de kilómetro cero, se fusionan con las sombras irregulares de las pérgolas, recuperando la sensación de naturalidad propia del bosque de la comarca de La Selva.
¿Hay algún espacio o elemento que destacaríais? ¿Por qué?
Los diversos rincones del edificio responden a la diversidad de sensaciones de sus ocupantes, buscando momentos de mayor o menor intimidad, de relación con el exterior y vistas lejanas o de privacidad, de abrigo y de conexión personal con la naturaleza. En ese sentido quizá podríamos destacar dos espacios concatenados.
El primero de ellos es la secuencia de espacios de acceso al pabellón termal, auténtico corazón del edificio. El momento del tránsito hasta la zona de aguas se realiza atravesando un pequeño jardín protegido por un muro, como un Edén privado, en el proceso de acomodar los sentidos. A semejanza de los pabellones de los jardines japoneses, apenas una pérgola y un cerramiento mínimo te devuelven la sensación de estar inmerso en la naturaleza. Al acceder a él, el pabellón termal y la zona de aguas se desvela como un espacio de calma, de shibui, de contemplación en la naturaleza.
¿Se os ha presentado algún reto durante el proyecto? Si es así, ¿Cuál ha sido?
Inevitablemente ha sido una temporada de grandes retos, en ese sentido, enriquecedora también en las profundas reflexiones vinculadas a ellos. La forzosa distancia y la necesidad de reducir ciertos contactos ha sistematizado algunas intuiciones en torno al uso de la tecnología adaptada al usuario en temas de accesibilidad, sensación lumínica, ventilación, temperatura, humedad y privacidad. Sensores, detectores y la correspondiente domótica y automatización se han puesto al servicio de las percepciones sensoriales de un modo renovado. El edificio se pensó inicialmente para el tratamiento personalizado desde una visión holística, integral y vinculada con el territorio. La nueva situación ha provocado el llevar al límite soluciones tecnológicas, combinadas con otras propias de la tradición, como la revalorización de los espacios exteriores, diluyendo aún más el límite entre naturaleza y tecnología.
¿Cuál es el rincón que más os gusta de este espacio?
De entre los diversos rincones del edificio, todos ellos íntimos y especiales, hay uno por el que sentimos un afecto especial. No es otro que el punto de junta entre los dos pabellones. En él se entiende perfectamente la lógica formal del edificio, su vinculación con la naturaleza, su materialidad austera, donde las cualidades de la sombra efímera de las diversas plantas se mezclan con la placida solidez de la piedra, recuperando la sensación de eternidad en el paso del tiempo, como al contemplar un toko-no-ma en el intemporal palacio de Katsura.